viernes, 20 de enero de 2017

EL IMPERIO DEL SOL (EPISODIO #328)


Súbitamente, voces mujeriles me dejaban sin aliento. Ante aquel silencio pampero, donde mis latidos eran advertidos por los sentidos y los grillos chirriaban como coristas en un auditorio lleno, aquellas voces estallaban con estrépito, erizándome todos los vellos. Se me enfriaba medio esqueleto. Desconcertado, echaba mi pecho al suelo. Una piedra filosa me forzaba a un lamento. El gato restregaba su barbilla contra mi cuello. Sujetándolo desde el pecho, me arrastraba cuerpo a tierra hasta unos pastos que podían resguardarnos de cualquier ojo atento. Afortunadamente me cubrían hasta el último cabello. En ese momento advertía que frente a nosotros había una pendiente lo suficientemente baja como para impedir que entendiera aquello que estaba sucediendo. Encima las mujeres reían, desentendidas de ese pavor tan intenso que me helaba el cerebro. Estimaba no más de diez metros de distancia de tal curioso descubrimiento. Para mi desgracia los mosquitos me estaban comiendo. Si el gato maullaba podíamos vivir un tormento, por eso cerraba su hocico pero sus ronroneos me hacían vibrar hasta las uñas de los dedos.