viernes, 24 de febrero de 2017

EL IMPERIO DEL SOL (EPISODIO #344)


Chocaba mi frente contra el muro. No me dolía. Las hormigas, vigorosas, subían por las piedras sin perder el equilibrio, desafiando la fuerza de gravedad que todo lo tira, todo lo derriba. Algunas transportaban hojas muy pequeñas. No podía confundirlas, eran las hormigas argentinas. Soportando la impotencia de no poder trepar como ellas, erguía las piernas, pero me quedaba observando las piedras: no hallaba hendijas y el sol ni siquiera podía invadirlas. Resignado, giraba mi cuello en busca del felino. Astor seguía detenido en el mismo sitio. Enmudecido. Sus orejas estaban tiesas. Más allá de sus bigotes me parecía columbrar unas ramas secas. Se movían. No corría ni una brisa.