domingo, 16 de julio de 2017

UNA BÚSQUEDA DESESPERADA (EPISODIO #368)


De pronto nos paralizábamos, dos grandes ojos, de amplia pupila circular, rutilaban en la oscuridad, como dos linternas. Estaban situados contra la pared, entre nosotros y el haz de luz que nos había motivado a explorar la cueva. El gato maullaba. Se desesperaba. Sujetaba la piedra con mi mano derecha, con mucha fuerza. Estaba dispuesto a defenderme, a romper una cabeza, pero esos grandes ojos estaban a ras de la superficie de tierra. No pestañeaba. Tan solo nos observaba, turbando mi calma, sudando la palma que seguía sujetando la piedra. Su mirada hipnótica erizaba a cualquiera. Como podía, juntaba fuerzas. Me acercaba lentamente cual puma acechando a su presa. Era un búho, un solitario y taciturno bicharraco de costumbres nocturnas, disfrutando de la oscuridad reinante en la cueva. Respiraba. Me oxigenaba. Los ronroneos del gato se colaban en mis orejas.