sábado, 11 de noviembre de 2017

VIETNAM, DOS AMERICANOS Y LA LUZ DEL DEMONIO (3ra. parte)


— Oye, Mel, no hace falta que lo diga pero… pero vamos a morir.
—Yo no pienso morir.
—Vamos, amigo, amanece y el enemigo se quiere ir a dormir.
— Dime, John, ¿a cuántos Charlie has acabado hoy?
— A quince. ¿Y tú?
— Dieciséis. Mira, John, yo no pienso morir.
—Dile a mi mujer que pienso en ella aun sabiendo que voy a morir.
—Eso se lo dirás a mi mujer.
— ¡Pero si dijiste que no ibas a morir!
— Tienes razón. Mejor escondámonos por ahí.


lunes, 6 de noviembre de 2017

VIETNAM, DOS AMERICANOS Y LA LUZ DEL DEMONIO (2da. parte)


Tímido y perezoso, el sol salía, y en esas condiciones hasta daba la impresión de que estaba sumido en una penosa disyuntiva. Los soldados americanos cumplían una orden, tampoco tenían otra salida. Hemingway sostenía: «jamás penséis que una guerra, por necesaria o justificada que parezca, deja de ser un crimen». Ernest sabía muy bien lo que decía: todos los soldados del pelotón número quince, en total diez combatientes, habían sido fulminados por la artillería enemiga. John y Mel se habían aislado, por eso continuaban con vida, pero estaban incomunicados en una zona lastimosamente desconocida.


domingo, 5 de noviembre de 2017

VIETNAM, DOS AMERICANOS Y LA LUZ DEL DEMONIO (1ra. parte)


— ¡Cúbreme Mel!
—No puedo, la parca merodea y…
— Tengo dos niños que alimentar —añadía John sin vacilar.
— Lo siento, amigo, si nos movemos será nuestro final.
Una balacera horrenda había sembrado terror, en la inhóspita y frondosa vegetación, a unos cien kilómetros de Hanoi. Los miembros del Vietcong estaban rabiosos, dispuestos a fulminar al invasor, o a cuanto sujeto dijera «Hello».